«Se nos dice que vivimos en un mundo donde tanto el conocimiento, como
muchas formas de entretenimiento, son visualmente construidas, y donde lo que
vemos es tan importante, si no más, que lo que oímos o leemos.
Hoy se habla con preocupación del incremento de “analfabetos visuales” y
se oyen voces que reclaman reestructurar la escuela y las universidades, de
manera que pueda aprenderse una gramática visual de la misma forma que se
comprenden textos, números y moléculas.»
Fernando Hernández. (2000)
JUANOLA, R. y CALBÓ, M. (2005). Transición, competencia y convergencia europea: algunos retos para la educación artística. Arte, Individuo y Sociedad, [en linea] 17, pp.17-42. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=513551273002
A nadie se le han escapado las observaciones del texto de J.Delors
(1996), La educación un tesoro escondido, que ha sido un punto de referencia imprescindible para abordar una renovación en los planteamientos sociales y enfocar los conflictos de una educación que tiene que convivir con una cultura de la globalización.


Así, en un capítulo que en el que trata de los temas de la sociedad mundial, nos plantea como los movimientos migratorios son ahora mismo, una de las manifestaciones principales de esta sociedad globalizada y nos dice: Como que la migración es una viva metáfora cotidiana de la interdependencia planetaria, el alojamiento que el país receptor da a los emigrantes y su capacidad de integrarse al nuevo entorno humano son indicadores que permiten medir el grado de abertura de una sociedad moderna en relación al que es considerado «extranjero».
Desde la Educación Artística se puede ilustrar este ejemplo con metáforas entendedoras que en el día a día todos utilizamos, por ejemplo con la práctica de la composición; los factores determinantes para un resultado visual son el formato, el punto de vista, las formas y los colores circundantes, etc. Ningún experto en estas prácticas entiende que se pueda prescindir de los aspectos citados o que la relación del todo y las partes no
se influyan mútuamente, de tal manera que, a veces, la intensidad de las influencias del entorno inmediato consigue un protagonismo muy importante que nos hace replantear nuestra idea inicial.
Con este ejemplo queremos poner énfasis en el factor temporal que es el que nos dosifica el grado de incidencia de las variables que intervienen en todo proceso educativo y a la labor de la metareflexión de sus implicaciones.
Sin querer simplificar excesivamente este argumento, pero en aras a encontrar una conclusión diríamos que: una parte de los contenidos – no hace falta decir que las disciplinas pertenecen a ciencias dinámicas y están sujetas a introducir nuevos contenidos procedentes de las revisiones de cada momento- a enseñar permanecen invariables pero, el momento y el contexto en el que se desarrollan determinan su aplicabilidad, de tal manera que hay tantas interpretaciones diferentes como casos a aplicar.
¿Podríamos preguntarnos entonces cuáles son las componentes principales de estas variables de tiempo y contexto? Y ¿cómo inciden en las etapas escolares o cómo las consideramos dentro de ellas?